Encuentro difícil resumir las sensaciones que tuve en ese tiempo en unas pocas líneas, fueron muchas y diversas. Un cúmulo de aventuras y desventuras, de anécdotas y sufrimientos, de buenas intenciones y puñaladas traperas. Fue en el desierto donde empecé a hacerme adulto.

Tras dos meses de convivencia puedo decir que adquirí experiencia, oficio, a saber estar entre tiburones (siempre me quedará la medallita del marcaje que le hice a un productor ejecutivo de la Paramount, aka el Diablo), y sobretodo aprendí a no fiarme de la gente por lo que dice, sino por sus actos.

Me decepcio- nó ver que gente que yo creía amiga me apuñalaba por la espalda.. pero por otro lado vi que gente maravillo- sa y humilde, gente sabia y entera, apostaba por mí... eso me llenó de felicidad y me tranquilizó el espíritu. La gente del desierto no se anda con tonterías...
¿Cómo puedo resumir mi experiencia en el desierto? Me enamoré de cielos estrellados imposible, sentí la fuerza del viento y la arena en mi cuerpo, saludé al dios Ra cada mañana desde lo alto de una colina, conocí a un pueblo amable y cordial como los berebers, me enfrenté a mis demonios y saqué cuchillo... y sobretodo gané un estado mental, una quinta marcha que cuando utilizo soy imparable: el Sahara Power.
Os preguntareis ¿qué es el Sahara Power?... es la llave de mi Chi, un focalizador de energía que puedo activar a voluntad... es difícil de explicar, pero cuando lo conecto se nota. Por suerte apenas necesito utilizarlo, queda lantente... como mi sangre africana.
AFRIKAAAAA!!!
AFRIKAAAAA!!!
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